Un jardinero muy aficionado

probó a regarlas

para que recuperaran el bello brillo de la mañana,

esperó, esperó, pero nada ocurrió.

Mas tarde llegó un agricultor

que con abono las roció

pero no pasó nada

así que decidió echarles agua

pero las rosas seguían sin tener

el amado brillo de la mañana.

Ya era el atardecer

y las rosas seguían sin tener

su color rojizo del nacer.

Todos los vecinos se fueron a sus casas

sin haber visto las flores del alba

solo se llevaron desilusión

porque no vieron las flores del amor.

Un niño que por allí pasó

y las tristes flores vio

el niño a las flores le preguntó

porque no tenían el brillo del amor

y las flores le respondieron:

estamos tan tristes

porque no tenemos la danza del amor

solo tenemos un color negro

tan negro como el carbón.

El niño pensando se quedó

¿Cómo podría encontrar la danza del amor?

El niño a su casa fue

a buscar una flauta que su abuelo le regaló

en un viejo baúl la encontró

llena de polvo la cogió

y con las rosas regresó.

La flauta empezó a tocar

y las rosas empezaron a bailar

llenándose de su rojo color.

Poco a poco el jardín de gente se empezó a llenar

dejando la sala con un compás

todo el mundo empezó a cantar

y las rosas empezaron a cantar

así consiguiendo el brillo del contrás.

 

FIN

 MANOLO R. C. 5ºA